Uno de los
autores de este libro es Carlos Mario Correa. Él es comunicador social y
periodista de la Universidad de Antioquia.
Ha trabajado en
varios periódicos importantes, y el que más le ha marcado la vida fue EL ESPECTADOR, en el cual trabajo
durante trece años. Su pasión más grande es la crónica y es especialista en
periodismo investigativo. Además de escribir, es profesor de tiempo completo en
la Universidad EAFIT.
Su
libro Las llaves del periódico habla de
él, un periodista joven que sobrevive a la guerra del cartel del Medellín,
especialmente Pablo Escobar, contra EL ESPECTADOR. Hablamos un poco con él y
esto fue lo que nos contó.
· ¿Para
usted quién fue Pablo Escobar?
CMC: Pablo
Escobar sin duda alguna fue el criminal más reconocido y más cruel que ha
tenido la historia de Colombia. Fue un criminal en todo el sentido amplio de la
palabra. Hizo demasiado daño, tanto institucional y humanamente. No ha habido
entre los criminales colombianos nunca un criminal tan cínico como él, y eso
que estamos hablando de un país donde hay criminales de diferentes condiciones.
·
¿Usted
cree que Pablo Escobar dejo algún legado social o cultural?
CMC: Ninguno,
dejó una estela de muertes y victimas que merecerían, reparación y merecerían la
verdad.
Pablo
Escobar es un aspecto negativo para la historia, cultura y desarrollo de Colombia,
no obstante, por una suerte de azar mediático, se le indica como un Robín Hood,
un ídolo o un héroe. Por esto digo que en los colombianos hay falta de
criterio, que tienen mala memoria y falta de cultura para asimilar un personaje
como Pablo Escobar como bueno.
·
Si llevabas
pocos meses trabajando en EL ESPECTADOR
¿por qué no decidió renunciar sabiendo que este periódico estaba amenazado por
Pablo Escobar?
CMC: No
renuncie porque era un periódico donde todos éramos periodistas y empleados
demasiado valientes y empeñosos en sacar la empresa adelante pese las amenazas
de todo tipo que tenían por el cartel de Medellín, era más como por un asunto de
honor. También lo hice porque era demasiado joven, tenía tan solo 22 años y
cuando uno es joven, no suele medir las consecuencias de lo que hace. Igualmente
quería sobresalir como periodista, no por un sueldo mejor, simplemente me había
enamorado del periodismo y me sentía demasiado apoyado por este periódico para
salir adelante, por esto me la jugué toda en ese momento, tal vez hoy en día no
lo hubiera hecho, pero en ese momento solo pensaba en mi pasión por el
periodismo.
·
¿Para
usted cual fue el momento más trágico que tuvo que pasar por culpa de este
enfrentamiento?
CMC: Pues
en realidad hubo muchos, pero hay uno que no se olvida y es el del 10 de
octubre de 1989 al medio día, cuando asesinan en las calles de Medellín a dos
jefes de mi oficina: Marta Luz López, jefe de personal y publicidad; y a Miguel
Solero el jefe de circulación. En ese momento tenemos que ser retirados de la
oficina por la policía, custodiados y llevadas a las casas.
Durante un
año el periódico tiene que cerrar sus puertas en Medellín y todos fuimos amenazados
de diferentes maneras.
·
¿Qué
consecuencias sufrió usted y su familia en esa época?
CMC: Pues
de todo tipo, perdimos la estabilidad emocional y la unión de familia, porque
yo me tuve que ir de mi casa, a donde un familiar cercano durante 2 años,
porque todas las amenazas llegaron a la casa donde yo vivía. Esto hizo que
perdiera muchos afectos, por ejemplo, no tener una novia estable, ni amigos
cercanos, porque tuve que vivir en un ambiente de soledad y encierro para poder
hacer el periodismo que el espectador necesitaba en este momento.
Por esto
el libro se llama las llaves el periódico porque yo fui cerrando oficinas y
abriendo otras por varios lugares y barrios de Medellín huyéndoles siempre a
estas amenazas.
·
¿Qué
le inspiro para escribir el libro?
CMC: Una
de las raciones más importantes es contribuir a que la historia del periodismo
en Colombia también tenga un capitulo donde hablen los reporteros y periodistas
colombianos, porque la historia del periodismo siempre ha sido escrita por los
medios de los dueños, políticos vinculados con los medios, empresarios y los
historiadores de oficio. Hay muy pocas historias de reporteros de base, como lo
fui yo en esos años, por eso lo hice para motivar a otros colegas.
·
Después
de todo lo que usted cuenta en su libro sobre el enfrentamiento entre el cartel
de Medellín y EL ESPECTADOR ¿cree
usted que valió la pena arriesgar su vida en ese momento?
CMC: Con el paso de los años tengo pensamientos contradictorios. Digo que valió la pena, porque para mí, trabaje en el mejor periódico dirigido por la familia cano, que para mí después de salir de la universidad se convirtió en la mejor escuela de periodismo que he tenido en mi vida, donde aprendí el oficio del periodismo y aprenderlo amar con un gran sentido ético y profesional, pero después tengo un sentimiento negativo, pues cuando EL ESPECTADOR empieza a tener poder económico, que lo tiene hoy en día, ninguno de nosotros los que trabajamos en esas circunstancias tan albarsas del periodismo colombianos no somos tomados en cuenta para nada, lo más seguro es que los nuevos directores ni siquiera sapan quienes somos nosotros, por eso me duele porque me parece mortificante que nos olviden de esa manera por querer empezar de cero.
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